Con la tristeza que nos invade en estos momentos en España, con las consecuencias que está acarreando el COVID-19, procedo a escribir un nuevo capitulo de mi blog Blanco y Oro, para intentar haceros un poquito de compañía en estos días tan difíciles.

Como día 13 que es, os cuento uno de los adornos más bonitos que llevé aquel 13 de octubre de 2018: los pendientes.

Gracias a una de las mujeres que más admiro, Mónica Fernández, del grupo Materia Prima, pude conocer a una persona maravillosa y generosa como es Cristina Yanes que fue la encargada de elegirme estos pendientes de perlas blancas y brillantes que lucí el día de mi boda, de la joyería Yanes, situada en la madrileña calle de Goya.

Antes de acudir a la joyería, mi duda en todo momento era si decantarme por llevar pendientes grandes o pendientes pequeños.

Al acudir a la joyería, gracias a Cristina salí de dudas, porque ella me dijo:

María, éstos son los pendientes que le van a tu cara.

Y tuve un flechazo total. Así que enamorada de ellos, fueron el complemento que más me gustó de los que lucí en mi boda.

Otro de los complementos que llevé ese día fue un abanico blanco.

Pensaba que aunque era octubre, podía hacer calor y entre el clima, los nervios, y el vestido de novia de manga larga, necesitaría un abanico.

Al final lo usé y muchísimo. Me vino de categoría máxima, jejeje.

El abanico lo compré en Sevilla en uno de mis viajes a una ciudad que quiero y que como sabéis, es la tierra de mi marido.

En cuanto a los zapatos, llevé unos zapatos de seda color blanco, de la marca Jimmy Choo, que eran súper cómodos. Pero me llevé preparado un regalo que me hizo mi tía Cristina meses antes de la boda: unas cuñas de esparto blancas que ella misma había tuneado, jejeje.

Asi que en el momento del baile, me cambié de vestido y de calzado, para ir mucho más cómoda aún y así aguantar toda la noche sin lamentarme de dolor de pies.

No se si sería de la emoción, pero con  lo quejica que soy, aguanté sin rechistar todo el día.

Ya no me puse nada más, porque como iba velada, me pareció excesivo cargarme con más adornos, pues el vestido de novia, ya llevaba detalles de perlas en las mangas.

Y además, mi forma de pensar es que lo menos siempre es más, y no te lo puedes poner todo el día de tu boda.