En primer lugar, quiero pediros disculpas por no haber lanzado este post el día 13 de enero, pero como sabéis me encontraba presentando mi último disco «Corazonada» en el Teatro Rialto, en plena Gran Vía madrileña.

Os podéis imaginar la concentración que se necesita para hacer un concierto, así que tuve que poner mis cinco sentidos en el concierto y es por eso, por lo que no publiqué este capítulo de mi blog «Blanco y Oro» en la fecha prevista.

En este capítulo os voy a hablar de algo esencial en todas las bodas: las alianzas y las arras.

Esaú y yo, coincidíamos en que queríamos algo sencillo y el típico anillo de oro, liso, como toda la vida.

Así que fuimos a Toledo, a la joyería de un amigo de mi padre, Juan Manuel Peralta, que nos atendió súper bien y nos aconsejó lo que debíamos hacer.

La joyería se llama Ronda y está en Toledo, en Ronda Buenavista 47 y allí fue donde nos hicieron a medida las alianzas que lucimos en nuestro dedo anular derecho, que es donde se pone el anillo de casada.

Esto lo he aprendido gracias a él, que me dijo que el anillo de prometida se coloca en el anular de la izquierda y el anillo de casada en el anular de la derecha.

Una duda que yo tenía, era saber si debía llevar el anillo de prometida para entrar a la Iglesia o no.

Yo desconozco total como se debe hacer, pero lo que hice fue entrar con el anillo de prometida y luego cuando Esaú me puso el anillo de casada, me quité el anillo de prometida. Por eso, en las fotos me podéis ver con el anillo de prometida en la entrada de la Iglesia hasta el momento después de que se procede a poner las alianzas matrimoniales. Justo después, le di a mi madre el anillo de prometida para que me lo guardase.

Las arras matrimoniales como sabéis son 13 monedas que se intercambian en la ceremonia nupcial como símbolo de que vamos a compartir nuestros bienes.

Las arras me las prestó mi amiga Ruth Jiménez, mi bailaora de toda la vida, y llevaban la imagen de la Virgen del Rocío y fueron bendecidas en El Rocío.

Cuando te casas, dicen que hay que llevar algo nuevo, algo azul, algo prestado y algo viejo. Pues bien, lo prestado en mi boda fueron las arras.

Para el momento de la entrada a la Iglesia, las alianzas iban guardadas en un corazón con nuestros nombres grabados y las arras iban guardadas en un cofre. Ambas cosas, las compré en www.buwify.com. Os lo súper recomiendo porque tienes detalles muy originales y realizados a mano.

A la entrada, el corazón con las alianzas lo llevó Isaac que es mi ahijado y es hijo de mi bailaora Ruth y el cofre lo llevó David, que es el hijo de Davinia, prima hermana de mi marido.

Lo bordaron los pequeños y fueron súper buenos. Ellos me transmitieron mucha calma, porque desde siempre me ha encantado la inocencia infantil, que hace que le quites importancia a todo y te relajes, pues todo va a ir bien en uno de los días más bonitos de la vida: el día de tu boda.

Hasta aquí este capítulo.

Más y más os cuento el 13 de febrero.

Un beso con mucha corazonada, deseando que este año 2020 que comenzamos, nos vaya genial a todos y que tengamos mucha salud, felicidad y ánimo para seguir caminando por la vida.